miércoles, 9 de septiembre de 2020

CRÓNICA SPORT: BARÇA 1-2 OSASUNA. JORNADA 37

 

Triste adiós del Barça a LaLiga

Los blaugrana jugaron un primer tiempo apático y se despidieron del título

Solo Messi pareció mostrar ilusión tras el descanso, pero no pudo evitar la derrota

El Barça dijo adiós, definitivamente, a LaLiga. Una jornada antes del final y con cierta melancolía, la misma que transmite un Camp Nou vacío. No había nada que hacer porque, además, el Real Madrid, hizo su trabajo ante el Villarreal. Los grandes caen de pie y por eso el equipo de Leo Messi, luz en las tinieblas, buscó la victoria en una segunda mitad correcta tras una primera lamentable, alejada de lo que debe exhibir un campeón. Pero las cosas solo se consiguen si se desean. Y el Barça acabó perdiendo en el descuento.

FICHA TÉCNICA

LALIGA

FC BARCELONA

1-2

OSASUNA

FC BARCELONA

Ter Stegen, Semedo (Arturo Vidal, 59'), Piqué, Lenglet, Junior (Jordi Alba, 79'), Rakitic (Busquets, 67'), Sergi Roberto, Riqui Puig (De jong, 79'), Messi, Braithwaite (Luis Suárez, 59') y Ansu Fati.

OSASUNA

Sergio Herrera, Nacho Vidal, Aridane, Raúl Navas, David García, Estupiñán (Lato, 90'), Brasanac (Oier, 46'), Moncayola (Roberto Torres, 85'), Iñigo Pérez, Arnaiz (Enric Gallego, 71') y Adrián López (Kike Barja, 70').

GOLES

0-1, Arnaiz (16'). 1-1, Messi (63'). 1-2, Roberto Torres (93').

ÁRBITRO

José Sánchez Martínez (colegio valenciano). T.A.: Semedo (55'), Rakitic (57'), Piqué (68'), Junior (75')/Estupiñán (64'). T.R.: Enric Gallego (76')

INCIDENCIAS

Partido disputado en el Camp Nou a puerta vacía.

El primer tiempo fue un desastre. El Barça dijo basta nada más escuchar el silbido inicial. Dio la sensación de empezar con ritmo, actitud e intención, pero solo dio la sensación porque, cuando llegaron los problemas, se desarmó, cansado de pelear contra sí mismo. Como el que está intentando dejar de fumar y, tras tomarse un par de copas, sucumbe a sus debilidades. Nada que hacer.

Lenglet, de lo poco digno en la primera mitad, disparó desde lejos, pero cada vez que agarraba el balón Osasuna, atravesaba la frágil y desordenada presión blaugrana como quien aparta una cortina de seda. Así probó el disparo Arnaiz y forzó la doble parada de Ter Stegen, que nada pudo hacer cuando el mismo futbolista aprovechó una llegada de Estupiñán por la izquierda para batir por bajo, y de primeras, al alemán. Ocurrió un minuto después de superar el primer cuarto de hora y ya sabíamos entonces que nada iría bien.

El esperpento fue una foto. La de Sánchez Martínez, el árbitro, rechazando con la espalda un chut de Rakitic desde la frontal. Esto solo pasa en le Camp Nou en tiempos revueltos. Messi se llevaba las manos a la cabeza, sucumbiendo poco a poco, pese a arrancar eléctrico, a la apatía de un equipo en bancarrota, cuya memoria se agarra cada vez menos a partidos como el de Villarreal. El Coliseo mola incluso en ruinas, sin voces que disfruten de los gladiadores. 

Messi la puso en el travesaño a balón parado y lo probó poco antes del descanso, esta vez ligeramente alto. El Barça es el '10' y poco más. Solo en mitad de la nada, sin un triste móvil de prepago con el que lanzar un SOS. El tiempo se acaba. 

El Barça inició la segunda mitad con ganas de despedirse de LaLiga con un nos vemos pronto, no con el hasta nunca del primer tiempo. Marcó Braithwaite tras una dejada de Messi que recibió de Riqui Puig, pero Leo estaba en fuera de juego y el empate ni siquiera alcanzó el marcador de lejos. 

A Messi le leemos distinto y él es el culpable. Ser incomparable impide medirse con nadie más que uno mismo. Por eso ante Osasuna, también en la segunda mitad, fue el mejor. Si falla un pase, la culpa nunca, nunca, nunca puede ser suya, sino de las piezas que le rodean, mal colocadas. Solo él quiso, solo él demostró que quiere más, que lo único que le seduce en la vida es ganar. Aunque la victoria solo sea una victoria estéril ante Osasuna en un Camp Nou vacío. Pero Leo juega con frío, sin abrigo, expuesto a la interperie. Desde hace demasiado. Messi es 'La pequeña cerillera' de Andersen, quién sabe cuándo arderá el último fósforo.

El capitán acomodó el balón en la frontal. Otra vez. Y esta vez la puso en la cruceta para empatar. Ver la mirada del '10' es ver la de un juvenil que no quiere crecer, pero de esos hay uno entre un millón. O billón. Quizás Suárez, un peldaño por debajo y que salió por Braithwaite, busca también la inmortalidad. Pero Luis sería la copia romana de los dioses griegos. O, para que nos entendamos, la copia china de un iPhone. De ahí que enviara el balón al palo en el descuento, pero después de que Roberto Torres batiera a Ter Stegen y pusiera el 1-2.

Los navarros dejaron atrás a un Barça que iba a ritmo de marcha atlética, corriendo sin correr, sin levantar los pies del césped. Y llegaron ante Ter Stegen para poner el sello y cerrar LaLiga. Derrota en casa tras 42 partidos invictos en el Camp Nou. Adiós. Lisboa aparece en el horizonte con la definición de un espejismo.

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