El camino es este
| 01.09.2012 | 04:05h
Hay otros caminos pero no para el
Barça. Para el Bar-ça, este es el camino. No hay atajo. El fútbol es un
río, con sus tramos curvos y sus zonas rectas, momentos plácidos y
caídas vertiginosas. Sabemos que el fútbol es un ser vivo en constante
evolución, un río bravo en perpetuo movimiento al que jamás consigues
dominar en su totalidad aunque, durante un tiempo, el Barça llegó a
domar incluso las aguas más turbulentas. El fútbol nos enseña también
que el pasado es pasado y que hace falta futuro para el presente. Y que
solo si el presente es sano podrá ese futuro ser duradero y sostenible.
Personas sabias explicaron que no es la elocuencia la que convence, sino
la pasión. Que los únicos oradores que siempre persuaden son las
pasiones y en este punto cabe recordar que el auténtico motor de este
Barça no será el verbo, sino la pasión.
Claro que hay problemas. ¿En qué colectivo no los hay? ¿Acaso son superhombres? Han sido el mejor equipo del mundo y no solo lo han sido: en su interior está volver a serlo. Incluidos los problemas y sus defectos. En el interior de este colectivo, y en el análisis que haga de su pasado, reside el germen para volver a ser el mejor entre los mejores. El horizonte ha cambiado. Durante tres años, el Barça fue superior al Real Madrid y al resto del mundo. Llegó a vencer al propio azar, hasta el punto que se configuró a su alrededor un aura de imbatibilidad. Esa superioridad excepcional tuvo dos momentos cumbres: la final de Wembley, el partido perfecto; y la final del Mundial de clubes ante el Santos, una visita al futuro. Tras esas dos cimas se descendió un peldaño: ni siquiera importa demasiado las causas. Quedémonos en que ese descenso es humano e irremediable y que las consecuencias del mismo han sido poco trágicas. Sí, el Barça ya no posee su elevada superioridad sobre el Madrid, pero tampoco la ha permutado por una inferioridad manifiesta. Y el descenso parece haber llegado a su fin: competir es perder o ganar, pero volver a intentarlo de nuevo mañana. No es luchar por ser superior ni mejor, sino para crecer como colectivo y desarrollar tu potencial. Competir es negociar con el tiempo.
Se abre un horizonte nuevo. Nuevo por distinto. No será un Barça de 14 títulos sobre 19 porque enfrente hay un rival que le peleará hasta las migajas y todos los actores deberán acostumbrarse al nuevo tiempo. El tiempo es un gran aliado del Barça porque el fútbol ni empieza ni acaba: solo continúa. Tiempo para aprender y corregir, abrir nuevas etapas, cultivar y crecer. Tiempo para continuar la permanente construcción: el Barça ha elegido su presente para seguir teniendo un brillante futuro. El Barça del futuro no se construye en el presente desde la oratoria y la elocuencia sino desde la pasión y gracias al tiempo. Por el tiempo y por los tiempos. Se ha abierto un horizonte nuevo como se levanta un telón de la misma obra, pero que ya es otra obra. No duden: el camino es este. El elegid
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