1.- El fútbol tiene un guionista que lanza los dados
y elige trama. Este Chelsea-Barça pasará a la historia porque todos los
analistas acertaron cómo sería el guión. Lo dijo Rafael León al apuntar
que era el peor rival posible bajo la ilustración de un Drogba soplando la pistola. O @Fran_Alameda al anotar dos verbos: “Agazapar para golpear”. Incluso nosotros presentíamos que las apariencias engañaban y que para esta gente de hierro era el último tren. Recordábamos a Sun Tzu advirtiendo: “Uno puede saber cómo vencer, pero esto no significa necesariamente que vaya a vencer”. Caramba, este guionista tenía razón.
2.- El guión decía que el Chelsea solo quería una cosa: robar un balón, un único balón en todo el partido, y pasárselo a Drogba para que resolviera. Solo ha tenido una ocasión: precisamente esa. En un momento torpe de Messi, resintiéndose del abductor por un resbalón, robo, contra y mordisco. Drogba, por supuesto, en su quintaesencia como tanque: pisando, mordiendo, golpeando, peleando, fingiendo, siendo golpeado y pisado, malherido y malhiriendo. Drogba en mayúsculas, como ha sido siempre. El de las grandes ocasiones.
3.- Guión cumplido en todos los sentidos. Un equipo que decidió cambiar de montura en mitad del río sólo podía sostenerse desde sus virtudes cardinales: organización defensiva, líneas apretadas, defensa de 11 y búsqueda de la ocasión certera. Guión que no disgusta al Barça: balón en propiedad, construcción en la línea de medios local, 21 jugadores en pocos metros cuadrados, posesiones largas, avance en cordada…
4.- Ambos equipos han ejercido sus roles con absoluta coherencia. El Chelsea tiene las virtudes justas para regalar el cuero y dedicarse a defender por amontonamiento. Muy italiano, sin sufrir por la agonía, ni angustiarse por el sometimiento. El Barça tiene un único plan de juego: el Plan A. No hay Plan B porque no puede haberlo ni se quiere tener. Se cree en este modo de jugar que tantos éxitos ha reportado y se irá hasta el final con él.
5.- El resultado certifica mejor ejecución en los ingleses. Se cerraron bien, tapiaron todos los pasillos y tejieron un ovillo impenetrable. Cech resurgió de sus pesadillas y la pareja Terry-Cahill emularon la “táctica Levante”: esperar a Messi, sin saltar a por él. El sábado, Iborra fue una sola vez a por Messi y esa tentación le costó un gol. Hoy, Terry y Cahill no picaron e anzuelo y esperaron siempre, sabiendo que eso le duele al argentino.
6.- Drogba acertó en la que tuvo, mérito profundo de Ramires, estajanovista del sudor, pero certero en su asistencia. El Barça cumplió todos sus preceptos, pero falló en dos tipos de ejecuciones: en la cobertura de Mascherano a Drogba en el gol, pues el defensa argentino se fue con Puyol en lugar que quedarse con el marfileño; y en los remates finales a la portería de Cech.
7.- La producción de juego barcelonista ha sido voluminosa. Fijarse en el juego horizontal puede mover a engaño: por supuesto que el juego barcelonista fue horizontal. Porque es así y porque así debe ser. La horizontalidad es el preludio imprescindible de la verticalidad decisiva. Por eso digo que el Barça jugó bien, pues construyó todos los procesos necesarios para llegar a gol. Lo que falló no fue la horizontalidad, sino la definición final.
8.- Una veintena de disparos del Barça, dos postes y cuatro intervenciones felinas de Cech. Volumen de juego, producción de ocasiones, mala finalización. Error de ejecución, no de juego. Pero sí hubo una torpeza manifiesta, en parte en algunos jugadores, en parte en Guardiola con sus instrucciones y cambios. La muralla blue parecía pedir a gritos estirar la lona por fuera antes de penetrar por dentro, pero todos se empeñaron en la vía rápida: ir por dentro sin antes haber generado por fuera.
9.- Si quieres abrir la puerta, antes debes amenazar con entrar por la ventana. No lo hicieron algunos, con Cesc Fàbregas desorientado en los conceptos que no acaba de reaprender; y tampoco Pep en sus decisiones, que parecieron insistir en el eje central sin apostar por los pasillos exteriores de manera decidida como ha ordenado en otros partidos encasquillados.
10.- El segundo acto va camino de ser guionizado del mismo modo. Un Chelsea de triple muralla, con Torres para correr la amplia pradera del Camp Nou o el mismo Drogba para enzarzarse con los centrales; y un Barça con el balón en absoluta propiedad y dos palmos de terreno para 21 jugadores.Este es el ecosistema que Barça y Messi han ido contruyéndose mutuamente: con sus ventajas y servidumbres. Mil veces más ventajas que inconvenientes. Pero que necesitará un soplo de inspiración táctica para encontrar el resquicio por donde meter la ganzúa.
y 11.- Otro partido de masticar para engullir, de estirar por fuera para herir por dentro. Otro partido de la paciencia.
2.- El guión decía que el Chelsea solo quería una cosa: robar un balón, un único balón en todo el partido, y pasárselo a Drogba para que resolviera. Solo ha tenido una ocasión: precisamente esa. En un momento torpe de Messi, resintiéndose del abductor por un resbalón, robo, contra y mordisco. Drogba, por supuesto, en su quintaesencia como tanque: pisando, mordiendo, golpeando, peleando, fingiendo, siendo golpeado y pisado, malherido y malhiriendo. Drogba en mayúsculas, como ha sido siempre. El de las grandes ocasiones.
3.- Guión cumplido en todos los sentidos. Un equipo que decidió cambiar de montura en mitad del río sólo podía sostenerse desde sus virtudes cardinales: organización defensiva, líneas apretadas, defensa de 11 y búsqueda de la ocasión certera. Guión que no disgusta al Barça: balón en propiedad, construcción en la línea de medios local, 21 jugadores en pocos metros cuadrados, posesiones largas, avance en cordada…
4.- Ambos equipos han ejercido sus roles con absoluta coherencia. El Chelsea tiene las virtudes justas para regalar el cuero y dedicarse a defender por amontonamiento. Muy italiano, sin sufrir por la agonía, ni angustiarse por el sometimiento. El Barça tiene un único plan de juego: el Plan A. No hay Plan B porque no puede haberlo ni se quiere tener. Se cree en este modo de jugar que tantos éxitos ha reportado y se irá hasta el final con él.
5.- El resultado certifica mejor ejecución en los ingleses. Se cerraron bien, tapiaron todos los pasillos y tejieron un ovillo impenetrable. Cech resurgió de sus pesadillas y la pareja Terry-Cahill emularon la “táctica Levante”: esperar a Messi, sin saltar a por él. El sábado, Iborra fue una sola vez a por Messi y esa tentación le costó un gol. Hoy, Terry y Cahill no picaron e anzuelo y esperaron siempre, sabiendo que eso le duele al argentino.
6.- Drogba acertó en la que tuvo, mérito profundo de Ramires, estajanovista del sudor, pero certero en su asistencia. El Barça cumplió todos sus preceptos, pero falló en dos tipos de ejecuciones: en la cobertura de Mascherano a Drogba en el gol, pues el defensa argentino se fue con Puyol en lugar que quedarse con el marfileño; y en los remates finales a la portería de Cech.
7.- La producción de juego barcelonista ha sido voluminosa. Fijarse en el juego horizontal puede mover a engaño: por supuesto que el juego barcelonista fue horizontal. Porque es así y porque así debe ser. La horizontalidad es el preludio imprescindible de la verticalidad decisiva. Por eso digo que el Barça jugó bien, pues construyó todos los procesos necesarios para llegar a gol. Lo que falló no fue la horizontalidad, sino la definición final.
8.- Una veintena de disparos del Barça, dos postes y cuatro intervenciones felinas de Cech. Volumen de juego, producción de ocasiones, mala finalización. Error de ejecución, no de juego. Pero sí hubo una torpeza manifiesta, en parte en algunos jugadores, en parte en Guardiola con sus instrucciones y cambios. La muralla blue parecía pedir a gritos estirar la lona por fuera antes de penetrar por dentro, pero todos se empeñaron en la vía rápida: ir por dentro sin antes haber generado por fuera.
9.- Si quieres abrir la puerta, antes debes amenazar con entrar por la ventana. No lo hicieron algunos, con Cesc Fàbregas desorientado en los conceptos que no acaba de reaprender; y tampoco Pep en sus decisiones, que parecieron insistir en el eje central sin apostar por los pasillos exteriores de manera decidida como ha ordenado en otros partidos encasquillados.
10.- El segundo acto va camino de ser guionizado del mismo modo. Un Chelsea de triple muralla, con Torres para correr la amplia pradera del Camp Nou o el mismo Drogba para enzarzarse con los centrales; y un Barça con el balón en absoluta propiedad y dos palmos de terreno para 21 jugadores.Este es el ecosistema que Barça y Messi han ido contruyéndose mutuamente: con sus ventajas y servidumbres. Mil veces más ventajas que inconvenientes. Pero que necesitará un soplo de inspiración táctica para encontrar el resquicio por donde meter la ganzúa.
y 11.- Otro partido de masticar para engullir, de estirar por fuera para herir por dentro. Otro partido de la paciencia.
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