España se pasea en las alturas

El centrocampista firma un doblete en su centenario como internacional y vertebra, junto a Jordi Alba y Sergio Ramos, un cómodo triunfo español
La selección gestiona con solvencia un partido que se le puso de cara muy pronto ante un rival que acusó el timorato planteamiento de su entrenador

Santiago Siguero 23/06/12 - 22:38.

La selección volvió a una semifinales de un gran torneo, instancia en la que no falta desde 2008, tras un ejercicio de suficiencia ante Francia. España ganó sobrada, gracias a dos goles de Xabi Alonso, a una Francia traicionada por el miedo de Laurent Blanc. Aunque quizá ese sea otro de los méritos de este equipo: asusta tanto a los rivales que los desnaturaliza.
Ante Francia, en un partido señalado por muchos como posible tumba de España, ofreció el equipo de Del Bosque sus mejores minutos en el torneo. En muchos partidos, en realidad. El seleccionador recuperó el dibujo del primer partido, pero la prestación del equipo fue muy superior a la del estreno ante Italia. Blanc superpobló su centro del campo con el único fin de cortocircuitar el juego combinativo de los medios españoles, pero en el arranque los franceses ni la olieron. [Así lo vivimos en directo]
España protagonizó una agresiva puesta en escena, monopolizando el balón gracias a Xavi, Busquets y Xabi y encontrando una autopista por la banda derecha. Arbeloa la explotó en la medida de sus posibilidades, aunque el gol nació por el otro costado, cuando Iniesta apareció para explotar el desmarque de Jordi Alba. El lateral del Valencia aguantó a Debuchy -teórico extremo derecho rival-, en una acción que retrató el enfoque de ambos entrenadores: el defensa le ganó la acción al téorico atacante y la templó con clase al segundo palo, donde Xabi Alonso cabeceó con la precisión y la potencia justas. Los protagonistas de la acción no fueron casuales; acabaron convertidos, junto a Ramos, en los hombres del partido.
De Francia apenas hubo noticias. Benzema probó los nervios de Piqué en un par de acciones aisladas antes del gol y Ribéry trató de liderar la reacción francesa ya con el marcador en contra. No le dio muchas opciones Arbeloa, al que ayudó con generosidad Silva en un par de ocasiones. Tampoco se puede decir que a España le sobraran las ocasiones en el primer tiempo. La del gol fue la única clara, pero los centrales galos abortaron un par de llegadas de Iniesta y Silva que pusieron a Lloris de los nervios. Las mentiras de Cesc seguían produciendo réditos.
Pese a verse por debajo en el marcador, y mucho más lejos aún en el juego, Blanc decidió regalar un cuarto de hora más a España. La vuelta del receso fue comodísima para la selección, que pudo cerrar el partido en un balón al espacio de Xavi que Cesc no logró alejar de Lloris. Para cuando Blanc se decidió a liberar a todo su talento (Menez, Nasri, Giroud), España vivía otro partido de cuartos a 60 pulsaciones, algo insólito en la historia no tan antigua de la selección. Además, no fue francés, sino español el banquillo que cerró el partido: pase de Cazorla a Pedro y penalti sobre el azulgrana, que brindó a Alonso la ocasión de regalarse un centenario de lujo. Los tantos del centrocampista lanzaron a la selección, y premiaron su idea de juego. Algo que nunca tuvo su triste rival.