hay o no hay igualdad?
y ahora dejo el artículo con las dinámicas opuestas, que está bien, pero no refleja lo que es la esencia del clásico en el fútbol español, ya sea liga, copa del rey o enfrentamientos champions...
y ahora dejo el artículo con las dinámicas opuestas, que está bien, pero no refleja lo que es la esencia del clásico en el fútbol español, ya sea liga, copa del rey o enfrentamientos champions...
Barça y Real afrontan la Copa con dinámicas radicalmente opuestas
Máxima confianza en el Camp Nou contra el enésimo lío en el Bernabéu
Málaga-Barça. Partido de vuelta. Cuartos. Copa del Rey 2012-2013.
/ FOTO: Pep Morata - MD
Gabriel Sans
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Barcelona
26/01/2013 02:15
La Copa ha servido una ronda más de clásicos.
El cuarto y quinto de la temporada, después de los dos de la Supercopa
de España y el de la primera vuelta de la Liga. Y el panorama de estos
dos nada tiene que ver con los tres anteriores. Los rasgos futbolísticos
pero sobre todo los extradeportivos y sociales son diametralmente
opuestos. El Barça vive abrigado por un liderato en la Liga que nadie
discute y por una impecable trayectoria hasta ahora en la Champions y en
el torneo copero. El Real Madrid, en cambio, soporta a la intemperie
una tormenta huracanada que da la impresión de que algún día arrasará
con todo. El sueño de la 'décima' retarda la explosión.
Los blancos alzaron la Supercopa en agosto, es cierto, pero su involución ha resultado terrible. En sólo 20 jornadas de Liga llegaron a alejarse a 18 puntos del Barça, hoy a 15. Cuatro derrotas y cuatro empates han tenido la culpa. Mourinho ha cosechado en su tercer año los peores resultados blancos desde la temporada 2005-2006. nada que ver con el año pasado, el de los récords, cuando creían en el fin de la hegemonía culé, y eso que cuenta con la misma plantilla. En Pamplona tocó fondo con un empate a cero que sonrojó a sus aficionados. En el Camp Nou arañaron un empate que el tiempo le ha quitado mérito y lustre. Los síntomas de recuperación siempre a costa del Valencia anima a los suyos. Su juego, limitado a un endiablado contragolpe, emerge a fogonazos, desgastando una columna vertebral a la que apenas dosifica.
Lo peor de estos cinco meses, de todas formas, no se ha visto en el césped sino fuera. El Madrid no ha aprendido a perder y el Barça, sí. El vestuario blanco, dividido en clanes, se ha convertido en un polvorín provocado por las rabietas de un Mou silbado en el Bernabéu. Sus enfrentamientos con algunos pesos pesados, como Ramos o Casillas, e incluso con gente próxima, como CR7, le han llevado al borde de la dimisión y ya nadie duda de su adiósen verano. Una guerra interna que ha arrastrado al propio presidente Florentino Pérez, enfrentado a la prensa afín. Y aún así, el Madrid siempre es temible.
La imagen de los follones blancos contrasta con la alegría del Barça. Comanda con autoridad la Liga, está en octavos de Champiosn y en las 'semis' de Copa. Pero el Barça actual destaca porque ha sabido sobreponerse al adiós de Pep. Ha trasladado una vez más sus rondos de los entrenamientos a los estadios, añadiendo un punto más de velocidad que le hace inalcanzable. Encajado Cesc, el equipo se divierte apoderándose del balón, tocando y goleando de principio a fin, sin miramientos. Nunca va por detrás en el marcador y cuando eso ocurre, siempre cree en la remontada. Fortaleza futbolística y fortaleza anímica. La plantilla afronta con una resistencia casi indestructible los golpes que sufren por la enfermedad de Tito. El ambiente es excelente. El Barça es la capital del mundo fútbol. Madrid, no.
Los blancos alzaron la Supercopa en agosto, es cierto, pero su involución ha resultado terrible. En sólo 20 jornadas de Liga llegaron a alejarse a 18 puntos del Barça, hoy a 15. Cuatro derrotas y cuatro empates han tenido la culpa. Mourinho ha cosechado en su tercer año los peores resultados blancos desde la temporada 2005-2006. nada que ver con el año pasado, el de los récords, cuando creían en el fin de la hegemonía culé, y eso que cuenta con la misma plantilla. En Pamplona tocó fondo con un empate a cero que sonrojó a sus aficionados. En el Camp Nou arañaron un empate que el tiempo le ha quitado mérito y lustre. Los síntomas de recuperación siempre a costa del Valencia anima a los suyos. Su juego, limitado a un endiablado contragolpe, emerge a fogonazos, desgastando una columna vertebral a la que apenas dosifica.
Lo peor de estos cinco meses, de todas formas, no se ha visto en el césped sino fuera. El Madrid no ha aprendido a perder y el Barça, sí. El vestuario blanco, dividido en clanes, se ha convertido en un polvorín provocado por las rabietas de un Mou silbado en el Bernabéu. Sus enfrentamientos con algunos pesos pesados, como Ramos o Casillas, e incluso con gente próxima, como CR7, le han llevado al borde de la dimisión y ya nadie duda de su adiósen verano. Una guerra interna que ha arrastrado al propio presidente Florentino Pérez, enfrentado a la prensa afín. Y aún así, el Madrid siempre es temible.
La imagen de los follones blancos contrasta con la alegría del Barça. Comanda con autoridad la Liga, está en octavos de Champiosn y en las 'semis' de Copa. Pero el Barça actual destaca porque ha sabido sobreponerse al adiós de Pep. Ha trasladado una vez más sus rondos de los entrenamientos a los estadios, añadiendo un punto más de velocidad que le hace inalcanzable. Encajado Cesc, el equipo se divierte apoderándose del balón, tocando y goleando de principio a fin, sin miramientos. Nunca va por detrás en el marcador y cuando eso ocurre, siempre cree en la remontada. Fortaleza futbolística y fortaleza anímica. La plantilla afronta con una resistencia casi indestructible los golpes que sufren por la enfermedad de Tito. El ambiente es excelente. El Barça es la capital del mundo fútbol. Madrid, no.
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