Pep Guardiola fue el auténtico protagonista en su último partido en el Camp Nou como técnico del Barça. Afición y plantilla se unieron para decir adiós en un acto en el que despidieron al mejor técnico de la historia del club
Sergio Vera
| 05.05.2012 | 23:09h
Guardiola pasaba a ser el único y eterno protagonista de un día que quedará grabado en la memoria del actual técnico del Barça y, también, del resto del barcelonismo. Pep contemplaba el panorama y recibió en soledad el abrazo de un Camp Nou que quería despedir al 'jefe' de la manada que tantas alegrías ha dado a la parroquia azulgrana en cuatro años inolvidables. Todos sus éxitos se repasaban en el videomarcador: Roma, el 'Iniestazo', Londres, el mundial de clubes... Una etapa única en la que el Barça se ha convertido en una auténtica referencia del fútbol mundial.
Pep no lo dudó, buscó a su padre en la grada y le saludó. Entonces se dirigió al centro del campo mientras el Camp Nou rugía su nombre. Emocionado, sonó durante unos minutos "Que tinguem sort!" de Lluis Llach, una de sus canciones favoritas, para luego tomar todo el protagonismo de un acto en el que él era el verdadero centro.
SU DISCURSO MÁS SENTIDO
"Gracias a la vida por hacerme este regalo. Yo he sido un privilegiado igual que vosotros pero un poco más cerca de estos fantásticos jugadores. No sabéis el cariño que me llevo. Sentirse así de querido durante 4 y 5 años...no sabéis la felicidad que me llevo. Gracias a todos. Sobre todo a los más cercanos que han trabajado para que pudieráis pasar un buen rato viendo futbol cada día. Os hemos sentido muy cerca.
Que sepáis que os echaré mucho de menos. El que más pierdo en todo esto soy yo. Pero os dejo en las mejores manos. El cinturón apretaba mucho y yo me lo descuelgo pero vosotros no hace falta que lo hagáis. Esto tendrá larga vida. Hasta pronto. No me perderéis nunca", sentenció.
UN MANTEO QUE QUEDARÁ GRABADO
Fue entonces cuando cedió todo el protagonismo a sus jugadores. Aquellos que le han acompañado y con los que ha conquistado la cima del fútbol. Entonces Puyol tiró de los galones que le otorga el brazalete de capitán y se acercó a Pep. El equipo quería ofrecerle también su particular homenaje.
Guardiola sabía que iban a mantearle e intentó evitarlo a toda costa. Se encaró en tono jocoso con el central azulgrana para evitar lo inevitable. Ese era el regalo que sus futbolistas querían brindarle en su noche más sentida. Pep voló sobre el cielo del Camp Nou para tocarlo con sus dedos y luego montó el tradicional círculo de la victoria que este equipo ha desplegado en cada uno de sus 13 títulos conseguidos a lo largo de esta etapa dorada.
Era el final del acto. Guardiola se despidió de un Camp Nou entregado. Solo, en el centro del campo, giró sobre si mismo para devolver todo el apoyo recibido durante estos cuatro años. Unos segundos que recordará para siempre.
Entonces se dirigió hacia el vestuario donde sus jugadores le tenían la última sorpresa preparada. Un pasillo enorme que le dirigía hacia las interioridades del Camp Nou, allí donde se nació y creó todo. Un pasillo que despedía al técnico más laureado de la historia del Barça.
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