El camino de un equipo que quiere levantar
la Champions está lleno de obstáculos. El
Barça,
que sabe de qué va el tema porque tiene cuatro Copas de Europa en el
museo que le costaron Dios y ayuda, ha superado unos cuantos en esta
edición, con
la remontada al Milan como indiscutible mérito principal. Se podría pensar que esta noche el horizonte parece más despejado gracias al
2-2 de la ida
en París, pero sería un grave error caer en esa tentación. El empate
puede derivar en un espejismo traicionero si el partido no se afronta
como una final. Esa es de hecho la consigna en el vestuario del
Barça,
salir a ganar como si el partido de ida no existiera, en otras
palabras, pisar el césped con la convicción y la actitud del día de la
remontada ante el Milan.
Hace bien el equipo azulgrana de no fiarse ni un pelo del
PSG, mejor equipo que aquel
Milan
y con una pegada temible. El más grande obstáculo a salvar, de todas
formas, no será tanto superar a los franceses, sino hacerlo sin
Leo Messi, que
entró ayer en la lista de convocados
después de entrenarse con el grupo sin lograr que el riesgo a una
recaída siga amenazando a su bíceps femoral derecho. La mejor señal de
la eliminatoria sería acabar los 90 minutos del partido del Camp Nou sin
verle sobre la hierba. Una mala noticia para el espectador pero una
bendición para el equipo, que crecería exponencialmente en autoconfianza
y no se vería en la tesitura de arriesgar a su gran estrella, con luz
verde para recuperarse con normalidad de cara a las semifinales, las
sextas consecutivas por cierto de un club cuya hegemonía continental no
admite discusión.
Los días previos al partido de vuelta han tenido mucho de batalla psicológica. La actuación del
árbitro Stark perjudicó claramente los intereses del equipo de
Tito Vilanova
en París, con un claro fuera de juego no señalado en el gol de Ibra y
un flagrante desconocimiento del reglamento en una acción inédita en la
que sacó del campo a Mascherano y Alba mientras se botaba un córner en
contra de la meta de Valdés. El mosqueo culé fue monumental y se tradujo
en una queja formal enviada a la UEFA. Ancelotti, que tiene tablas, ha
insistido en que al Barça le regalaron un penalti, el de Alexis, para
contrarrestar el efecto que pueda tener esa reclamación.
Alineaciones
Pero más allá de esas disputas más o menos subterráneas, el balón
decidirá esta noche quién es el mejor y, a la hora de confeccionar las
respectivas alineaciones, es obvio que Vilanova ha tenido más problemas
que su colega italiano. Las bajas de
Puyol y
Mascherano
han animado el debate sobre quién debe acompañar a Piqué hasta dar con
tres candidatos: Adriano, el que tiene más números pese a recibir ayer
el alta; Song, que se postula por su corpulencia y centímetros, nada
desdeñables en la lucha aérea cuando delante están Thiago Silva, el jefe
atrás, e Ibra, el comandante en ataque; y Bartra, que tiene a favor que
es central de verdad, no como sus otros dos compañeros. Delante no hay
duda de que Cesc, a falta de Messi, es quien mejor se desenvuelve en la
plantilla como falso 'nueve', aunque persisten dudas sobre las otras dos
plazas de arriba: Villa, pieza clave en la noche de la remontada,
parece seguro, mientras Pedro (alta ayer), Alexis e incluso Tello
compiten por la tercera plaza.
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