La Sub-21 reina y el futuro es suyo
España goleó 2-4 a Italia en la final del Europeo con un hat-trick de Thiago antes del descanso y otro gol de Isco. Morata no marcó pero fabricó el primer gol y se lleva la Bota de Oro. Es el cuarto título de la categoría para la Selección.
Jerusalén
La final se ponía de cara demasiado pronto, Thiago se gustaba, Isco la pedía, pero Italia no sólo es un equipo de futbolistas con camiseta azul. Es mucho más. Es todo carácter. Así, en un balón largó que cogió despistado a Íñigo Martínez empató Inmobile, qué control el suyo. Empezaba de nuevo la historia, tocaba escribirla de nuevo, y a España le costó asimilarlo. Borini pudo marcar, pero ahí apareció De Gea para, esta vez sí, salvar el mano a mano. Los de Lopetegui reaccionaron con gran personalidad. Illarramendi y Koke asumieron la salida de balón y Thiago se descolgó hacia el área, probablemente la posición en la que mejor rinde.
Morata se topó con Bardi en un pase majestuoso del hispano-brasileño y Koke casi marcó de tacón en un buen pase de Tello. La calidad española en tres cuartos hacia mucho daño a la defensa italiana, débil como Maldini, Baresi y demás históricos zaguerros azzurri jamás hubieran imaginado. El gol se olía y llegó en un remate de Thiago tras un error mayúsculo de su marcador. La ventaja no fue lo mejor, sin embargo. Lo mejor fue la sensación de que no había solución para semejante ataque. La siguiente jugada lo corroboró. Tello se echó larga la pelota y Donati le derribó dentro del área de forma inocente. El regalo lo abrió Thiago para firmar su hat-trick de la noche, MVP indiscutible.
El doble golpe estiró como un chicle el partido, lo cual favorecía irremediablemente a España. Italia arriesgó y dejó espacios por los que cada avance español significaba una tortura. Thiago, Tello, cualquiera que se preciara, crujía a los defensas italianos cuando les desafiaban. Incluso se fueron sumando a la fiesta jugadores como Montoya, que en una de sus subidas provocó otro penalti absurdo de Bianchetti. Isco no falló y España se sintió libre, campeona con media hora por delante, feliz el día que más difícil es serlo. Ni el tanto de Borini a diez minutos del final rebajó esa euforia. El futuro pinta de rojo. El rojo de Isco, de Thiago, de Morata, de esta fenomenal generación que ya es campeona de Europa. Con ellos soñar sale gratis.
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